lunes, 4 de abril de 2011

El color de la vida no existe; y si existiera, nos empeñaríamos en mezclarlo...

Vuelvo a golpear con furia las teclas de mi teclado, esperando, ingenuo de mí a que con la furia salgan las ideas y sean transmitidas para componer algo que se asemeje a lo que ronda por mi cabeza. Sin más dilación, las letras surgen ante mis deseos, siendo borradas sin piedad por la temida barra de retroceso al no estar en armonía con lo que me decido o intento escribir. Así, aunque mis ideas son vagas y mundanas, es mi obligación para con el mundo y para con mis lectores intentar describir en aciaga sinfonía los estados en los que me encuentro. Si bien he de jurar que dedicaré una entrada entera a mi amor, y otra al sentimiento que prima sobre todos los demás, he de anunciar que, para regocijo de algunos he decidido actualizar al menos una vez cada dos días... Soy yo; es posible que no lo haga, ya que seguramente me entre el hambre y me aleje del ordenador para comer un trozo de algo que no recordaré, pero al menos me comprometo a nivel personal a hacerlo... 

La verdad sea dicha, soy feliz. Nunca en mi vida he sentido la verdadera felicidad, ya que ésta es mucho más sabrosa que las que hasta ahora consideraba como tal... Puede que no haya degustado una porción dulce de vida hasta ahora, o puede que la esté catando ahora mismo... Y sin embargo, conforme más feliz soy, más tipos de desdicha irrumpen en mi conciencia. 

Posiblemente la mayoría de los mortales describan lo malo con tonos oscuros, la felicidad con el rosa o colores cálidos, la esperanza con el sobrevalorado verde... Decidme, ¿qué color es el de la vida? ¿Es el del arcoiris, en el que se reflejan todos ellos? ¿Es el blanco, que también es una combinación deforme de colores que nunca atisbaremos a ver, a no ser que atraviesen el prisma de la meticulosidad? 

Doy las gracias a los hados por no poseer el Don de captar dicho color, pues creedme; si fuera capaz de distinguirlo no me atrevería  a aportar pinceladas de alegría y de amor destiladas de mis seres queridos, ni tonalidades engendradas en el útero del miedo a tener valor... Y sin esos pequeños detalles coloridos, mal mezclados, mal combinados, diluidos................
No viviría la vida que estoy viviendo ahora...

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